Idiota

En grecia así se llamaba a quien se desentendía de los asuntos públicos que se dirimían en la polis (política).

Los idiotas se encogían de hombros y pasaban de todo dirigiéndose a su huerto mientras se decían: “Yo a lo mío”.

Con los siglos la plaza pública (ágora) ya no es el foro donde se debate. Por la complejización de estados y asuntos públicos, se crearon parlamentos, quedando nuestra legitimización como ciudadanos reducida a elecciones y algún que otro referendum.

Con Internet la cuestión cambia principalmente porque permite la interacción participativa en tiempo real. Y naturalmente los foros clásicos desde los parlamentos hasta las más variopintas instituciones, culturales, políticas, económicas, artísticas, deportivas, etc. Tienen la obligación de acomodarse a Internet y obtener la legitimidad de la nueva ciudadanía por los canales que Internet ofrece.

El idiota, en el sentido griego de la palabra, el que está al margen de los acontecimientos aunque le afecten, siempre exisitirá, pero los idiotas que lo somos por desengaño, de los políticos, de su ignorancia, de sus rapacidades y de los sitemas de representación, somos gracias a Internet una especie a extinguir. Afortunadamente.